La posibilidad de viajar a la Luna ha sido desde hace largo tiempo una de las grandes obsesiones de la humanidad. Esta idea, que ya había sido tratado de forma algo satírica por Julio Verne en sus dos novelas "De la Tierra a la Luna" (1865) y "Alrededor de la Luna" (1870), empezó a tomar cuerpo cuando se vio la posibilidad, gracias al desarrollo de los motores a reacción, de impulsar de forma controlada un proyectil fuera de la atmósfera terrestre, y aunque los primeros ensayos con motores a reacción datan de principios del siglo XX, fue durante la Segunda Guerra Mundial, y concretamente con la creación de los temibles V1 y V2 alemanes cuando el desarrollo de estos ingenios alcanzó suficiente madurez como para pensar en otras empresas que no fueran las meramente destructivas.

Cuando en 1950 Hergé comenzó a publicar en la revista Tintín las tiras de "Objetivo: la Luna" aún no había sido lanzada ninguna nave al espacio -las primeras fueron los Sputnik I y II soviéticos en 1957 y el Explorer I norteamericano en 1958- pero ya flotaba en el ambiente la idea de que esto sería posible en pocos años, máxime cuando los EEUU se habían apropiado al finalizar la guerra de toda la tecnología aeroespacial alemana -incluyendo a su creador, Wernher von Braun- y no paraban de realizar pruebas de lanzamiento con los V2 apresados. Por otra parte, la URSS realizaba experimentos similares aunque éstos no eran conocidos en Occidente. ¿Por qué tanto empeño, tanto esfuerzo y tanto dinero en conseguir enviar naves al espacio? Evidentemente, aunque la motivación científica tenía su importancia -sobre todo de cara a la galería-, en el fondo subyacía el gran interés por parte de ambas superpotencias de colocar en órbita satélites-espía que les dieran cierta supremacía militar sobre el enemigo.

Con todos estos elementos, Hergé planeó crear una especie de "superproducción" de cómic y no reparó en medios para llevarla a cabo, recopilando toneladas de información tanto astronáutica como astrofísica. Para ello entró en contacto con el doctor Bernard Heuvelmans, autor del libro "El hombre entre las estrellas" y encargó la construcción de una completísima maqueta del cohete lunar, totalmente desmontable, que fue sometida a la aprobación Ananolf, autor del libro "La Astronáutica". El diseño de este cohete lunar es bastante curioso: por fuera recuerda bastante al V2 alemán -concretamente el pequeño prototipo no tripulado que lanzan previamente para realizar las primeras pruebas es una réplica casi exacta del proyectil germano-, mientras que en el interior los ocupantes pueden disfrutar de un espacio inmenso que les permite una libertad absoluta de movimientos, con diversas salas, despachos, dormitorios, etc. Evidentemente en esa época existía muy poca información acerca de cómo serían en el futuro las naves espaciales tripuladas, ahora sabemos que en éstas la mayor parte del espacio está dedicado a los motores de propulsión y al almacenamiento de combustible y que cuentan con un habitáculo reducidísimo para los tripulantes.


V2 alemán

Otro de los aspectos destacados de esta historia es la utilización -otro invento del profesor Tornasol- de un propulsor alimentado por energía nuclear para el cohete lunar. Esta nueva idea visionaria de Hergé surge en una época en la que se empezaba a plantear seriamente la utilización de la energía nuclear para fabricar motores de propulsión, de hecho la primera prueba se realizó en 1953 y el primer motor real basado en energía nuclear fue el del submarino norteamericano USS Nautilus, botado en 1955. Sin embargo los cohetes que finalmente llevaron al hombre a la Luna no fueron impulsados por energía nuclear sino por propulsores convencionales de combustible líquido.

Una vez más, en la historia aparece la rivalidad entre los dos países imaginarios y enemigos hasta la muerte inventados por Hergé: Syldavia y Borduria. En medio de un ambiente típico de la época de la Guerra Fría -secretismo y vigilancia extremas, miedo al espionaje, obsesión casi paranoica por mantener los secretos a salvo del enemigo-, el profesor Tornasol viaja a Syldavia para dirigir un proyecto que pretende enviar una nave tripulada hasta la Luna en la que viajarían él mismo junto con su ingeniero Frank Wolff , Tintín, Milú y el capitán Haddock. Tal como sucede en "El tesoro de Rackham el Rojo", Hergé se las arregla para incluir en el último momento a Hernández y Fernández entre la tripulación -esta vez a consecuencia de un despiste-, lo cual sirve una vez más para dar una nota humorística al viaje mediante el contínuo desquiciamiento al que estos personajes someten al Capitán. Asímismo utiliza el mismo recurso que en "El tesoro..." para convencer al Capitán de que se embarque en el cohete, ante las dudas que Hernández y Fernández tenían sobre su capacidad para hacerlo.



En esta aventura se narra la larga sucesión de preparativos y ensayos para el viaje espacial que culminará en "Aterrizaje en la Luna", y en mi opinión es un preámbulo algo largo; uno pasa toda la lectura deseando que se embarquen ya en el cohete y despeguen de una vez. Incluso hay algún episodio -como el de la pérdida de memoria del profesor Tornasol- que me resulta algo tedioso: no aporta nada a la historia y sólo consigue alargar más este ya de por sí largo preludio. Creo que este pasaje sólo se salva en parte gracias a las curiosas técnicas que inventa el Capitán para intentar devolverle la memoria al Profesor. Al contrario que en otras aventuras "dobles" en las que cada uno de los álbumes tiene entidad propia y podría ser leído y disfrutado independientemente de su complemento, en el caso de "Objetivo: la Luna" no sucede así y este libro sólo tiene sentido y valor si va acompañado de su espléndida segunda parte: "Aterrizaje en la Luna".


La versión incial

Existe una primera versión de la aventura lunar de Tintín que nunca salió a la luz. La historia es la siguiente: hacia 1947 -tres años antes de que Hergé comenzara a dibujar la historia definitiva-, el escritor Bernard Heuvelmans (autor de "El hombre entre las estrellas") y Jaques van Melkebeke (redactor-jefe de la revista "Tintín") escribieron un guión basado en toda la documentación reunida por el primero con el propósito de que sirviera de base a los dibujos de Hergé. En esta primera versión la historia se desarrollaba en Estados Unidos en vez de en Syldavia y el guión era verdaderamente psicodélico: el "malo" de la aventura, el que traicionaba a los protagonistas para apoderarse del cohete no era el ingeniero Frank Wolff sino el profesor Calys -el astrónomo algo chalado de "La estrella misteriosa"-, y lo hacía con el propósito de enriquecerse para regalarle un gran diamante a la actriz Rita Hayworth, de la que estaba enamorado. Por lo demás los golpes de humor eran artificiales y exagerados y en general se desvirtuaba bastante el carácter de los personajes. Hergé se debió arrepentir del destrozo que iba a realizar con sus propios personajes y finalmente abandonó esta tentativa para escribir definitivamente la aventura con su propio guión. De esta versión inicial sólo se llegó a dibujar una plancha (una doble cara de viñetas) que se puede ver en el libro de Benoît Peeters "Tintín y el mundo de Hergé", y del guión original no se conservó prácticamente nada, salvo algunas escenas de las que trascurren en el interior del cohete durante el viaje.



Objetivo: la Luna
Título original Objectif Lune
Año 1954
Reediciones -
Personajes nuevos Frank Wolff, Baxter