Durante la primera época de las aventuras de Tintín fueron casi una constante las incursiones de Hergé en la actualidad mundial, que era reflejada en los álbumes de una forma más o menos sutil y sin eludir en absoluto los temas políticos y de relaciones internacionales. En esta misma línea comenzó la publicación en Le Petit Vingtième de “Tintín en el país del oro negro”, la que iba a ser la nueva aventura de Tintín después de “El cetro de Ottokar”. Este relato se enmarcaba en el Oriente Medio de la primera mitad del siglo XX, donde comenzaban a asomar los primeros problemas entre árabes y judíos. Sin embargo, el cataclismo que sacudió a Europa a partir de 1939 hizo cambiar totalmente el rumbo a Hergé y después de que la publicación de “Tintín en el país del oro negro” fuera interrumpida tras la invasión de Bélgica y el cierre de Le Vingtième Siècle, comenzó una etapa en la que evitó cualquier alusión a la política y la situación internacional -no era para menos en aquella época- y que abarcó su nueva publicación: “El cangrejo de las pinzas de oro” y las cinco siguientes hasta “El templo del Sol”. Esta asepsia política sólo se vio ligeramente interrumpida en “La estrella misteriosa”, con algunos detalles que se mencionan en el comentario de dicho libro y que le acarrearían no pocos problemas al finalizar la guerra.

Esta nueva etapa de las aventuras de Tintín (la de las publicaciones en Le Soir) transcurrió en una Bélgica bajo el dominio del III Reich y se inauguró con “El cangrejo de las pinzas de oro”. Aquí Hergé traslada la acción a zonas alejadas del conflicto -el desierto del Sahara y el norte de África- y evita prudentemente cualquier alusión a la situación internacional. No es que Marruecos -donde transcurre gran parte de la historia- fuera totalmente ajena al conflicto, era una colonia compartida cuya parte francesa era leal al gobierno de Vichy pero que no contaba con presencia o posibilidad de intervención alemana inmediata.

El hecho de que Hergé huyera de la actualidad en este libro provocó que el relato resultase algo anodino en comparación con los anteriores, limitándose a la simple e intrascendente persecución de una banda de traficantes de opio. En cualquier caso en “El cangrejo...” la historia en sí queda totalmente eclipsada y relegada a un segundo plano ante el hecho que caracteriza este álbum y lo diferencia de todos los demás: la primera aparición del capitán Haddock. Después de ocho libros protagonizados por un solitario Tintín, al fin llegamos a la línea imaginaria que divide el universo creado por Hergé en dos partes bien diferenciadas. Mientras Europa era asolada por un cataclismo político y bélico, otro terremoto, esta vez positivo, sucedió en la viñeta número 195 de este álbum.


Tintín había recorrido medio mundo deshaciendo entuertos y escapando de todo tipo de maleantes. Agentes soviéticos, mafiosos italo-norteamericanos, magnates griegos, tiranos golpistas sudamericanos y dictadores centroeuropeos se habían cruzado en sus andanzas. Cuando uno huye de semejante personal no tiene más remedio que ir asociándose con gente que va conociendo por el camino, sin saber que uno de estos encuentros accidentados y casuales pueden marcar el resto de su vida. Cuando Tintín irrumpió en el camarote del capitán del "Karaboudjan" huyendo de los esbirros del contramaestre Allan no podía imaginar que aquel personaje borrachín se convertiría con el tiempo en su mejor amigo y compañero de aventuras.

Probablemente los inquietos belgas que observaban las viñetas de "El cangrejo de las pinzas de oro" en las páginas de Le Soir Jeunesse en 1940, verían a aquel personaje como uno más de los muchos que pasan por un relato de aventuras y luego desaparecen sin que se sepa más de ellos. Esta vez se equivocaron. El capitán Haddock era un alcohólico (o más bien un whiskómano) con afán de rehabilitación, especialmente cuando recordaba a su madre. Sólo necesitaba un empujoncito, una pequeña ayuda en forma de ilusión por vivir una existencia más allá de la rutina que suponía la capitanía de un viejo barco mercante gobernado en la práctica por un entrañable villano como Allan y con las bodegas cargadas de opio. Cuando Tintín aterrizó sobre su cogote, el futuro perdido del capitán volvió a aparecer.

Tintín sabía reconocer a las personas buenas y nobles. Sólo así se explica que siguiera confiando en un personaje cuya obsesión con el alcohol estuvo a punto de acabar con ellos en un par de ocasiones, a bordo de una lancha en llamas en medio del océano y en una avioneta estrellándose en pleno desierto del Sáhara. Pero al final el riesgo que corrió mereció la pena, y sus intentos por desmantelar la red de tráfico de opio terminaron con éxito gracias la ayuda del capitán. Dicen los marinos que jamás se debe rebautizar un barco, trae mala suerte. No debieron tener esto en cuenta Allan y sus compinches cuando cambiaron el nombre al "Karaboudjan" por el de "Djebel Amilah", era el barco del capitán Haddock y como es lógico éste lo reconoció en cuanto lo vio. De ahí a que todos los traficantes acabasen encerrados sólo hubo un paso.

Casi sin quererlo, el capitán había pasado de consumirse bebiendo whisky en su camarote a colaborar con un intrépido periodista a acabar con una red de tráfico de drogas, probablemente había corrido más aventuras en unos pocos días que en toda su vida anterior. Esto debió hacer que le subieran los niveles de adrenalina de tal manera que decidió acabar de una vez por todas con su dependencia del whisky, tanto que se hizo presidente de la Liga de Marinos Antialcohólicos.

Nada tiene que ver el Capitán que aparece en "El cangrejo..." con el de publicaciones posteriores de Tintín, parece que Hergé lo introdujo sin mayor aspiración que la de dotar a esta aventura con un compañero transitorio más para Tintín y con el tiempo descubrió las grandes posibilidades que ofrecía y todo lo que podía dar de sí. Así pues decidió rehabilitarle y a partir de "La estrella misteriosa" lo muestra como un personaje con un carácter mucho más definido y sobre todo más amigable, lejos del sujeto pelele, pegajoso y hasta molesto que se arrastra por el Karaboudjan dominado por el contramaestre Allan. No sé muy bien si por esta razón o por algún tipo de censura, en posteriores ediciones de "El cangrejo..." Hergé suprimió algunas viñetas en las que se mostraba al Capitán bebiendo de una botella con expresiones poco dignas e incluso algo grotescas.


1ª Versión
2ª Versión

Es probable que si se le pregunta a cualquier aficionado a Tintín por “El cangrejo de las pinzas de oro”, casi nadie recuerde muy bien de qué va la historia y todo el mundo lo asocie inmediatamente con la primera aparición del Capitán. Creo que la gran mayoría de los aficionados al universo de Tintín vemos una línea imaginaria que divide toda esta obra en dos partes, y que cruza justamente por "El cangrejo de las pinzas de oro". Definitivamente en el universo de Tintín hay un antes y un después de la aparición del Capitán.

Otro hecho destacado en "El cangrejo..." es la aparición, por primera vez en los dibujos de Hergé, de las sombras. La necesidad de recrear paisajes fuertemente soleados, como el desierto del Sáhara y la imaginaria ciudad de Bagghar en Marruecos le llevan a utilizar este recurso por primera vez, lo que también contribuye a darle a este álbum un aire un poco especial. En posteriores publicaciones sólo volverá a utilizar esta técnica en contadas ocasiones, tales como las escenas desérticas de "Tintín en el país del oro negro" o en los paisajes lunares de "Aterrizaje en la Luna".

Por último, mencionar que Hergé inauguró con este álbum un nuevo estilo narrativo. Debido a que la publicación de las aventuras de Tintín pasó de dos páginas semanales a una tira diaria (por las restricciones de papel y la desaparición del suplemento juvenil de Le Soir), se vio obligado a cambiar la forma de relatar la historia de forma que la atención y el interés del lector se mantuviera a lo largo de una sola tira en vez de en dos páginas completas. El propio Hergé reconoció posteriormente que esta imposición le enseñó mucho sobre el arte de narrar.


El cangrejo de las pinzas de oro
Título original Le crabe aux pinces d'or
Año 1941
Reediciones 1943 (reeditado en color)
Personajes nuevos Capitán Haddock, Allan Thompson