La época que trascurrió entre 1958 y 1960 fue la peor desde el punto de vista anímico y emocional en la vida de Hergé. Se separó de su primera esposa y se vio sumido en una crisis personal tan grave que incluso el psiquiatra que le trató (un médico suizo, discípulo directo de C.G. Jung) le vio incapaz de terminar el trabajo que estaba desarrollando en aquel momento -"Tintín en el Tíbet"- y le aconsejó que lo dejara. Afortunadamente no lo hizo y finalmente culminó su obra; posiblemente la propia escritura del libro se acabó convirtiendo en la mejor terapia para superar su crisis.

Toda la carga emocional presente en la vida de Hergé en aquellos años se traslada al relato en cuestión: al contrario que en la mayoría de sus obras no hay ladrones, traficantes, criminales ni malos de ningún tipo; es una historia de amor y amistad, de hecho toda la narración es una pura exaltación de la amistad más sólida e intensa: la de Tintín con Tchang, al que va a buscar al lugar más recóndito e inhóspito del mundo a pesar de que la única esperanza que tiene de encontrarlo con vida es un sueño premonitorio, y la del capitán Haddock con el propio Tintín, al que acompaña en tan duro viaje a pesar de su escepticismo e incredulidad en lo que se refiere a la posibilidad de encontrar vivo a su amigo chino. La historia está repleta de momentos emotivos, de gestos de nobleza y generosidad y de demostraciones de fidelidad sin límites. Incluso el único "malo" que parece estar presente en esta aventura -el Yeti-, finalmente resulta ser una criatura llena de ternura y cuya única motivación para intentar apropiarse de Tchang es su soledad y su necesidad de tener a alguien de quien cuidar.

Por otro lado, apenas hay elementos humorísticos en este álbum: no aparecen Hernández y Fernández, ni Serafín Latón -que ya empezaba a ser habitual-, la presencia del profesor Tornasol es casi testimonial, y en general las únicas notas de humor son las que aporta el capitán Haddock en su habitual lucha contra los elementos y en toda la cadena de pequeñas desgracias que le ocurren como consecuencia de tener que desenvolverse en un medio -las montañas- tan diferente al suyo. Todas estas pequeñas notas de humor son las estrictemente necesarias para mantener vivo el estilo de las aventuras de Tintín y para evitar que ésta resultara demasiado seria o trascendente.



Al igual que ocurrió en "El loto azul", Hergé vuelve a mostrar aquí su fascinación por las civilizaciones orientales, centrada esta vez en el Tíbet y en el mundo de los lamas, y añade otros elementos relacionados con temas que empezaban a inquietarle también en esta época: los fenómenos paranormales, la telepatía, los sueños premonitorios, la levitación y los grandes misterios sin resolver como la posible existencia del "hombre de las nieves". En lo que se refiere al tratamiento que hace de la situación del Tíbet -país con una larga tradición de ocupaciones y colonizaciones, independiente a partir del fin de la Primera Guerra Mundial y vuelto a ocupar por China en 1950-, evita entrar en cualquier tipo de controversia política y realiza una incursión meramente descriptiva en el mundo tibetano. A pesar de ello el tratamento que se hace en este álbum de la situación del Tíbet siempre gustó más a los dirigentes tibetanos que a los chinos; el libro estuvo prohibido en China durante años al negarse la Fundación Hergé a cambiarle el título por el de "Tintín en la China del Tíbet", y ello ocasionó que durante los años 80 circularan por China miles de copias piratas (lo que da una idea de la popularidad de Tintín en todo el mundo). En 2001, el editor chino de las aventuras de Tintín (Children's Publishing House) lo lanzó con el título "Tintín en el Tíbet chino", lo que provocó que la editorial Casterman junto con la viuda de Hergé iniciaran una batalla legal que finalizó en 2002 con la rectificación del editor y la publicación en China del libro con su título original.

Como contrapunto, la visión positiva que los líderes tibetanos tuvieron siempre de este libro: en el año 2006, Tensing Gyatso, XIV Dalai Lama y premio Nobel de la paz en 1989 otorgó a Tintín -representado por la fundación Hergé- el premio Luz de la Verdad por la labor de difusión que "Tintín en el Tíbet" hizo sobre la cultura, las tradiciones y los paisajes del Tíbet. El Dalai Lama declaró que gracias a Tintín mucha gente que por aquella época no conocía ni siquiera la existencia del Tíbet llegó a conocerlo por medio de este álbum. Asímismo recordó que la situación en este territorio anexionado por China sigue siendo muy difícil y que la ayuda de Tintín fue muy útil en este sentido. La fundación Hergé le obsequió con un ejemplar del libro en esperanto.


El Dalai Lama recibiendo el libro

La leyenda del Yeti

El Yeti o abominable hombre de las nieves es un ser que supuestamente habita en las montañas Tíbet y el Nepal, en las zonas boscosas del Himalaya. Aunque la ciencia oficial no lo acepta como real, son muy numerosos los testimonios de personas que dicen haberlo visto alguna vez y es muy extendida por la zona la creencia de que existe realmente. Quienes apoyan la veracidad de su existencia lo creen emparentado con el orangután y descendiente del Ramapithecus que habitó en la zona hace millones de años y piensan que también podría estar emparentado con el Pie Grande y el Wendigo. Aunque otras teorías apuntan a que sea un tipo de oso, la creencia generalizada es que se trata de un primate, teoría que no es aceptada por muchos paleontólogos que aducen que los primates sólo habitan en zonas tropicales donde existe fruta todo el año.

Es difícil inclinarse por una teoría u otra, por un lado los paleontólogos no encuentran pruebas ni evidencias suficientemente sólidas de que sea real, pero la aceptación de su existencia por parte de los montañeros nepalíes y de las tribus locales y la gran cantidad de testimonios de personas que supuestamente lo han visto inducen a pensar que algo puede haber de cierto. Recientemente la artista inglesa Pollyanna Pickering realizó un "retrato robot" del supuesto primate basado en los testimonios de los integrantes de la tribu de los Brokpas, en la zona de Sakten en Bután. Pollyanna Pickering declaró:

"Lo que me sorprendió más fue que no se comportaban como si estuviesen intentando convencerme de que existía sino que estaban sorprendidos de que alguna gente no lo creía. No es un gran tema para ellos. Se trata de otro animal nativo salvaje".


El boceto del Yeti

Independientemente de que exista o no, lo cierto es que Hergé incluyó con maestría este elemento en su relato y consiguió crear una visión realmente original y novedosa del monstruo de las nieves. Para documentarse bien sobre el tema disponía de una lista completa de todas las personas dignas de confianza que decían haberlo visto y una colección de fotografías de sus huellas. También contó con el testimonio del montañero Maurice Herzog, que también había visto las huellas y se las describió como las de alguien bípedo, que se detenían al pie de una montaña rocosa. Si nos atenemos a los testimonios conocidos y a las descripciones que hacen las personas que dicen haberlo visto, el Yeti dibujado por Hergé debe parecerse bastante al real.


Tintín en el Tíbet
Título original Tintin au Tibet
Año 1960
Reediciones -
Personajes nuevos -