Tras los primeros atisbos de incursión en el ambiente de la Guerra Fría que se vislumbraron en "Objetivo: la Luna", reflejados en la rivalidad y las historias de espionaje entre Syldavia y Borduria, por fin en "El asunto Tornasol" se entra totalmente de lleno en este escenario y con los mismos países imaginarios como protagonistas, aunque la mayor parte de la acción se desarrolle en Suiza. El hecho de que aparezcan agentes de ambos países operando en territorio neutral contribuye a darle a esta historia todo el sabor de las novelas de espionaje que comenzaban a proliferar en esta época de confrontación "silenciosa" entre los bloques capitalista y comunista.

"El asunto Tornasol" es el decimooctavo álbum de la serie de Tintín y es posiblemente el que tiene un guión más complejo y elaborado; comenzó a publicarse en la revista Tintín el 22 de Diciembre de 1954 y concluyó el 22 de Febrero de 1956, por lo que se sitúa en un escenario en el cual existía un temor creciente y totalmente fundado por el desarrollo de armas de destrucción masiva e indiscriminada, capaces de borrar una ciudad entera del mapa con sólo apretar un botón. En este contexto las grandes potencias mundiales andaban a la caza de científicos que fueran capaces de darles supremacía sobre el enemigo por medio de algún invento revolucionario que pudiera ocasionar la mayor destrucción al menor coste posible. Como los dirigentes de Borduria no iban a ser menos y estaban al tanto de los experimentos que realizaba con ultrasonidos el profesor Tornasol -ya mundialmente reconocido después del éxito del viaje a la Luna-, decidieron secuestrarle para obligarle a destinar sus descubrimientos a fines destructivos.

Como ya he dicho, en el mundo de los años 50 existía un temor generalizado por el atroz poder destructor que podían llegar a tener las nuevas armas que se estaban desarrollando, sobre todo desde que en 1952 se llevara a cabo la primera prueba de detonación de la bomba H, con un poder destructivo mucho mayor que el de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Pero si este miedo ya era grande de por sí, peor aún era la inquietud que había ante la posibilidad de que dichas armas pudieran caer en manos de dirigentes locos e irresponsables. ¿Qué habría ocurrido si estos ingenios hubieran estado en manos de personajes como Hitler o Stalin? Dado que Hergé ya se había especializado en trasladar a sus comics las sensaciones y los miedos de la sociedad en cada momento, en "El asunto Tornasol" utiliza una vez más este recurso y retrata en los dirigentes bordurios a los locos mandatarios a los que tanto temía la humanidad. En una de las secuencias del álbum un militar bordurio muestra al resto de miembros del Estado Mayor cómo destruye la ciudad de Nueva York con el solo gesto de apretar un botón, gracias a una nueva arma que -según sus palabras textuales- relegaría a las bombas A y H a la altura de los arcos y las flechas. La admiración y satisfacción inicial de todos los asistentes se convierte en decepción cuando comprueban que sólo se trata de una demostración con una maqueta.



La multitud de quebraderos de cabeza que el dichoso invento de los ultrasonidos le causan al profesor Tornasol provocan, al final de este álbum, su jubilación como científico dedicado a lo que podríamos llamar "ciencia dura" -cohetes, armas, ...-. A partir de aquí el Profesor realizará un radical cambio de rumbo en sus investigaciones y se dedicará solamente a trabajar en el castillo de Moulinsart en inventos mucho menos arriesgados, como los patines motorizados de "Stock de coque" o las rosas blancas de "Las joyas de la Castafiore".

Otro de los hechos destacados de "El Asunto Tornasol" es la aparición de un nuevo personaje para añadir a la larga lista de "desquiciadores" oficiales del capitán Haddock: el inefable Serafín Latón. Este indivíduo latoso, charlatán, fanfarrón, atorrante, chistoso sin gracia, caradura hasta lo irritante, capaz de marear a cualquiera con su verborrea interminable representa, según escribió Numa Sadoul en su libro Conversaciones con Hergé, el prototipo del "belgicano" o bruselense autosatisfecho, alguien que se autoprofesa una gran admiración por el hecho de haberse "hecho a sí mismo", alguien tan estrafalario que es capaz de llevar a la vez cinturón y tirantes. En la mayoría de las ocasiones Hergé basaba sus personajes en seres reales que había conocido alguna vez, y ésta no es una excepción; para la figura de Latón se inspiró en un vendedor que en cierta ocasión le visitó, entró en su casa, se sentó y le dijo señalando a su sillón: ¡Pero siéntese, por Dios!




Los bigotes de Plekszy-Gladz

La caricaturización que Hergé suele realizar de las dictaduras alcanza aquí una de sus máximas expresiones. Borduria, país imaginario que fue inventado por Hergé en "El cetro de Ottokar" (1938) para representar a la Alemania nazi, ha evolucionado hasta convertirse en algo parecido a un país de la órbita soviética, gobernado por un mariscal llamado Plekszy-Gladz cuyos bigotes han terminado por convertirse en el auténtico símbolo del país y en el icono de adhesión al régimen. Los bigotes de Plekszy-Gladz están presentes en todos los aspectos de la vida borduria: en la bandera, en los brazaletes de los uniformes de los militares, en las expresiones -¡por los bigotes de Plekszy-Gladz!-, en los escudos e incluso en los logotipos y en el diseño de los frontales de los coches bordurios (véanse las ilustraciones). Para llevar esta caricaturización-ridiculización hasta su cota máxima, el acento circunflejo (^) que se escribe sobre algunas letras en el lenguaje bordurio, aparece en los rótulos oficiales con la misma forma de los bigotes del dictador.



Este simbolismo -que algunos han definido como "bigotismo", véase la referencia en la Wikipedia-, fue exportado también a la República de san Teodoros en el último álbum de la serie, "Tintín y los pícaros".



German Research in World War II

El libro que aparece en la página 23 de álbum, descubierto por Tintín en la casa del profesor Topolino es real. Su autor es efectivamente Lesilie E. Simon, un destacado militar norteamericano, y fue publicado en 1947 por J.Willey & Sons en Nueva York. En este libro se detallaban las múltiples investigaciones que los alemanes habían realizado durante la Segunda Guerra Mundial para evolucionar y mejorar su ejército, y que incluían experimentos realizados con ultrasonidos con vistas a ser utilizados como arma destructiva. De hecho la fotografía que se muestra en la página 23 del álbum y que corresponde a un aparato de ultrasonidos similar al del profesor Tornasol también es real y aparece tal cual en el libro. La trascripción que hace Hergé de la portada del libro es exacta, con la única salvedad de que suprime la cruz gamada que aparece en el avión.

Obsérvese también la curiosa semejanza -incluso en los colores- del V2 que aparece en la portada con el prototipo del cohete lunar de "Objetivo: la Luna".

Ésta es la única ocasión en que Hergé muestra explícitamente en sus libros una de sus numerosas fuentes de documentación. Existe un completísimo artículo acerca de este libro y su aparición en "El asunto Tornasol" en la siguiente dirección: http://www.free-tintin.net/espanol/grinww2.htm



El asunto Tornasol
Título original L'affaire Tournesol
Año 1956
Reediciones -
Personajes nuevos Serafín Latón