En 1906,los científicos británicos Howard Carter y Lord Carnarvon comenzaron una serie de excavaciones en el Valle de los Reyes de Egipto, situado cerca de Karnak y de Luxor, en busca de alguna de las pocas tumbas invioladas que suponían que quedaban todavía en el lugar. Después de algunos años de fracasos y búsquedas infructuosas -que incluso llevaron a Lord Carnarvon a pensar en retirar la financiación de las excavaciones-, en noviembre de 1922 se produjo un descubrimiento espectacular: la tumba del faraón Tutankamon.


Interior de la tumba de Tutankamon Máscara de Tutankamon

Lord Carnarvon falleció a causa de una neumonía poco después del descubrimiento, y siete años más tarde casi todos los participantes en la expedición habían muerto, lo que dio lugar a todo tipo de especulaciones y leyendas acerca de una supesta maldición del faraón por haber sido profanada su sepultura. Algunos científicos formularon una hipótesis para intentar explicar estas muertes, basada en un virus presente en el interior de la tumba.

El asunto del descubrimiento de la tumba y las posteriores muertes de los expedicionarios causaron un gran impacto en todo el mundo a principios de los años 30, y los periódicos sensacionalistas de la época se encargaron de difundir todo tipo de teorías acerca de una maldición faraónica según la cual la desgracia perseguiría a aquellos que hubiesen profanado la tumba. Estas muertes, unidas al hecho de que esta tumba hubiera permanecido tanto tiempo sin ser descubierta hicieron que mucha gente diese cierta credibilidad a estas historias y llevarón a Hergé a escribir una nueva aventura ambientada en este entorno. Tanto impresionó este tema a Hergé que algunos años más tarde lo volvió a tratar en "Las siete bolas de cristal".



"Los cigarros del faraón" comenzó a publicarse en Le petit Vingtiéme el 8 de diciembre de 1932, con el título de "Las aventuras de Tintín en Oriente". Durante un viaje de placer al extremo Oriente Tintín conoce a un extravagante egiptólogo -Filemón Ciclón- que va en busca de la tumba del faraón Kih-Oskh, animado por la misteriosa desaparición de todos los científicos que habían intentado la búsqueda anteriormente. En su intento de ayudar al egiptólogo, Tintín se verá mezclado en la lucha contra una banda inernacional de traficantes de drogas que tiene en la tumba del faraón uno de sus escondrijos. En esta historia aparecen por primera vez Hernández y Fernández, aunque en la primera edición tenían los nombres X33 y X33bis (su aparición en la primera viñeta de "Tintín en el Congo" se produce sólo en la segunda edición de este álbum), y también una serie de personajes que luego tendrán su importancia en el resto de aventuras de Tintín, como el vendedor Oliveira de Figueira, el "malo" Allan y el magnate griego Rastapopoulos.


Sin quererlo Tintín se va viendo involucrado en diversas tramas conflictivas (un asunto de tráfico de armas, una revolución en algún país árabe que le obliga a alistarse en el ejército,...) que provocan su huída ante la persecución de diversos personajes -entre ellos Hernández y Fernández- hasta que termina cayendo en algún lugar de la India (aún bajo dominio británico, como se puede apreciar por muchos de los personajes que aparecen) donde es rescatado por el Maharaja de Rawajpurtalah. Este soberano hindú se acaba convirtiendo en su principal aliado en la lucha contra los traficantes de drogas y contra una de sus más terribles armas: el jugo de Radjaidjah, "el veneno que vuelve loco".

En 1955 el álbum fue totalmente redibujado en color y Hergé elimina algunas escenas, como las de Tintín luchando contra un enjambre de serpientes o una en la que duerme junto a una mesa tumbada para evitar ser alcanzado por una flecha con el jugo de Radjaidjah.




Este álbum supone un salto cualitativo muy importante en el desarrollo de las aventuras de Tintín: por un lado es el primero que no tiene ninguna motivación propagandística, lo que permite a Hergé desarrollar todo su talento como escritor y dibujante de comics, ya liberado del yugo que suponían las imposiciones algo panfletarias de la dirección de Le Vingtiéme Siécle. Por otro lado el guión está mucho más pensado y elaborado, por primera vez se vislumbra una historia consistente donde el autor sabe desde el primer momento hacia dónde se dirige, lejos de las puras sucesiones de gags que fueron sus historias anteriores, especialmente las dos primeras. Todo esto, junto al halo de misterio que rodea a la historia y a sus personajes y unido al exotismo de los escenarios donde transcurre, hace que "Los cigarros del faraón" sea posiblemente -junto con su continuación, "El loto azul"-, el mejor de los álbumes de esta primera etapa de Tintín, la anterior a la aparición del capitán Haddock.


Hergé, "Le Crapouillot" y las sociedades secretas

Le Crapouillot fue una revista creada por el francés Jean Galtier-Boissiére en 1915. Comenzó siendo un pequeño panfleto destinado a arengar a la población civil francesa durante la Primera Guerra Mundial, en el periodo de entreguerras se convirtió en una revista satírica, a veces acusada de reaccionaria, y acabó siendo una revista de actualidad que trataba todo tipo de temas, especialmente todos aquellos que resutaban llamativos, misteriosos o polémicos. Esta revista tiene una importancia vital en la primera etapa de las aventuras de Tintín ya que Hergé era un lector habitual y de ella sacó gran parte de sus ideas y de la información necesaria para sus relatos. Casi todos los asuntos que se tratan en esta primera etapa de Tintín -tráfico de armas, tráfico de drogas, falsificación de moneda, sociedades secretas- eran algunos de los temas en los que profundizaba dicha revista, y concretamente éste último -el de las sociedades secretas- debió causar un impacto especial en Hergé, ya que en mayor o menor medida está presente en casi todas las primeras obras de la serie de Tintín: Los Aniotas en "Tintín en el Congo", los Hijos del Dragón en "El loto azul", y sobre todo los encapuchados que lucen el símbolo del faraón Kih-Oskh en sus túnicas moradas en "Los cigarros del faraón". En este último caso es donde mejor se muestran las interioridades de una sociedad secreta que parece inspirada en el Ku-Klux-Klan y que, como no podía ser de otra manera y como suele suceder en la realidad, es sólo la tapadera de una organización delictiva en la que acaban apareciendo personajes importantes e inesperados.



Los cigarros del faraón
Título original Les cigarres du pharaon
Año 1932
Reediciones 1955 (redibujado en color)
Personajes nuevos Hernández y Fernández (X33 y X33 bis), Rastapopoulos, Allan Thompson, Oliveira de Figueira.